8/31/2011

Retrato de un hombre sentado ante un café sucio y barato

A veces la soledad es una musa que te atrapa,
una especie de sirena en la isla de tu vida
que muestra su encanto y todo lo demás.


Tu boca girando en mis deseos

Muerdo olas, arenas, penumbras
la sal que llega con el viento.
Puedo escuchar a las gaviotas
y el sol
lamiendo el horizonte
se pone sombrero de copa
zapatos de charol
guantes de seda y silencio
mientras inventa sus colores.
A esta hora la brisa
un hilo apenas
pasa los dedos por mi frente
juega a enredarse en mis cabellos
se deshace ante la piel
como una lengua excitada por las ganas.
Entonces cojo tus manos
te traigo a mis caderas
mi beso dentro de tu boca
tu boca girando en mis deseos
los dos cerca
ahí, muy cerca,
prometiendo realizar
lo tantas veces ofrecido.
No habrá encierro de décadas y lustros
No habrá olvido de película
de escenas y lujuria
cadencias y gemidos.
Tú y yo
abrazados en la balaustrada
que nos pone el horizonte
a un paso de acunarlo
en la palma de la mano.
Cinema Paradiso en la memoria:
el sol observa de reojo
sonríe
cubre de luces y de sombras
y otra vez la verja al pie de los colores
de esta tarde doblegada ante el deseo
de un cielo que nos cabe en los bolsillos.



8/25/2011

Miro en tus ojos

Para Camila

Tienes siete años, cómo pasa el tiempo. Estamos sentados, tú y yo, en este café al que me acostumbré a venir mucho antes de que nacieras. Sabes que disfruto observando, me gusta instalarme en mi mesa predilecta y disparar miradas, ver pasar la vida, pensar en silencio mientras doy bocanadas al tabaco y pruebo una taza de café negro o con leche.

Entonces abro mi libro, y tú el tuyo. Leemos, me acompañas casi a diario y déjame decirte que es una dicha tenerte enfrente, permanecer largo rato sin decir nada sólo para contemplar cómo te desgajas hoja a hoja, bebiendo jugo de naranja o mordisqueando tu merienda, metida de bruces en la historia que descubres poco a poco hasta que te detienes y me dices, me interrogas, averiguas qué puede significar tal o cuál palabra extraña, qué encierra aquella frase misteriosa, qué hay detrás de cierta idea lúgubre u oscura. Luego bajas de nuevo la mirada, continúas avanzando, y yo también, y me tomo el tiempo necesario para espiarte de reojo y casi sentir cómo te carcome la emoción por lo que lees, cuánto admiras a esos personajes que son un unicornio, una princesa, un gusanillo o un gato con botas.
Pienso entonces en los años, en los tuyos, en los que vendrán. En este país tan lleno de nada, tan hecho polvo y carcomido por la demagogia, por lo rápido y lo fácil. En este país cuyo futuro luce hipotecado por una pandilla de imbéciles embutidos en un cargo, en un flux y en una ideología, pienso que hacerte una coraza quizás implique el mejor regalo que puedas darte. Un obsequio que tú misma te entregas a ti misma. Una coraza no para escapar del exterior a lo cobarde, sino una que te hará más intuitiva y más sensata y más punzante a la hora de mandar al Diablo, por ejemplo, a tanto bolsiclón de medio pelo que te tocará hallar en el camino, a tanto canto de sirena, a tantos seres desvencijados, doblegados, pusilánimes, oportunistas, estériles, de bastante o poca edad (los años son en verdad lo de menos) y a tantas encrucijadas que te exigirán optar, analizar, razonar, decidir, coger aire y lanzarte a tus conquistas. Esa coraza está hecha de saber, de información, de cultura. De cultura en mayúsculas, sin gríngolas ni poses, y se obtiene, se logra, se incorpora a tu manera de vivir únicamente aproximándote al vasto espectro de conocimientos y de ideas, de creación a fuerza de sacrificios y neuronas que otros han legado desde hace tanto para una chica como tú.
Como ya estarás olfateando, lo que pretendo sugerirte es que leas, como ahora, como ahora junto a mí en este café al que te traigo a menudo, y que pienses, y que viajes y que afines la mirada. A todo eso se aprende. No estás sola aquí, no eres una recién llegada al amasijo cultural sobre el que nos asentamos y del que provenimos. Otros han escrito y otros han contado. Trata de aproximarte a ellos. Ahí, justo ahí, es preciso que eches una ojeada atenta. Desde la prehistoria, pasando por las civilizaciones que de seguro trajinarás en el cole (quizás de modo fastidioso porque un profesor mediocre lo dispondrá así), hasta aterrizar en en Grecia, en Pericles, en todos esos pensadores fabulosos que nos mostraron maneras distintas de contemplar el mundo, de razonar, de aprehender la vida, como los presocráticos, y luego como los mismos Sócrates, Platón y Aristóteles. Nada menos.
Echa un vistazo a la historia, a la filosofía, a la literatura, a la plástica, a los idiomas, son la llave del cerrojo que te permitirá conocerte, meterte en tus adentros y entenderte un poco, y entender a los demás. Ésta es la vacuna contra la intolerancia, los fanatismos y los nacionalismos de cualquier pelaje, sinónimos de incivilización y de barbarie estúpida. Paséate por la Roma clásica, por el manto enigmático que se desprende de toda la Edad Media, asómbrate con el Renacimiento, admira a esa pléyade de hombres extraordinarios que vivieron juntos, por increíble que parezca, en un mismo y poco tiempo y en una misma geografía. Luego sumérgete en la Modernidad, en lo que venimos siendo de unos pocos siglos para acá. Como te dije hace un momento, no estás del todo sola, en el viaje hacia ti misma otros, grandes, muy grandes, te precedieron, estudiaron, reflexionaron, escribieron, tuvieron cosas que decir. Descúbrelos y léelos con ojo crítico. Nada es aceptable sólo porque lo dice el espítitu de autoridad, es fundamental dudar, así que duda de todo, y recuerda que dudar implica plantar cara al embauque de los demagogos, de los miserables, fruncir el ceño ante la idea engañosa del sofista, del charlatán, del culto de los dientes para afuera, que abunda siempre en cualquier parte.
Así te ayudarás a abrir los ojos, a ensanchar el horizonte, a disfrutar de lo sencillo. Te harás un favor ayudándote a aprender a pensar y a iluminar la ruta que escojas para ti. Mira el mundo, sonríe y míralo, porque no siempre todo es en verdad tan malo. Acércate a un abismo donde se acaba el camino y deléitate con una puesta de sol. Toma un café mañana, como lo haces hoy conmigo, y disfruta ese momento a plenitud. Conoce tu país, intenta increparlo, ponerlo de cabeza y escudriñarlo sin piedad, pretende comprenderlo, para que al final te des cuenta cómo el verdadero y único termina siendo el mundo mismo. Levanta la mirada y nota el cielo estrellado, cierra los ojos después y guarda esa belleza en tu interior, y compártela con alguien. Cuando ames demuéstralo, dilo, en su momento dilo sin temores. Aprenderás también que la vida es corta y expresar lo que sientes es un lujo y una maravilla que no vale la pena dejar para después.
Aprecia, en fin, lo que te rodea. Construye tu universo, tu presencia en él, y mientras ,sigamos aquí tú y yo, en esta mesa de café, leyendo, charlando, emocionados porque otras historias, las de nuestros libros, están con nosotros para hacernos más humanos.

8/14/2011

Poder despótico

Desde hace algunos años, quizás como resultado de un interés cada vez mayor por la Filosofía Política, me ha llamado la atención el hecho triste pero cierto de que muchos pensadores, intelectuales, escritores y, en fin, gente ligada de mil maneras a la cultura, sucumbiera, se doblegara y apoyara, por acción u omisión, estrepitosa y sin mayores muestras de vergüenza a la miríada de formas del poder despótico . ¿Cobardía? ¿Comodidad? ¿Talante ético laxo? ¿Capacidad maquiavélica para el camaleonismo político? ¿Cálculo oportunista porque a la vuelta de la esquina se vislumbra un beneficio? No lo sé. No tengo la verdad. No podría responder a ciencia cierta. Hay de todo y supongo que son bastantes las variables que se entrecruzan.



Me ha dado por hurgar, por investigar al respecto, por leer centenares de páginas, y con ello sólo aumenta mi sorpresa y la seguridad de que un intelectual, sólo por serlo, no está calificado para pontificar sobre lo humano y lo divino, para iluminar a nadie, para marcar caminos, para hacer las veces de gran sacerdote, ni cosa parecida. Es un peligro creer lo contrario y es un peligro permitir que lo haga. A lo sumo, su humilde tarea consiste en llevar a cabo el loable intento de buscar, y sólo buscar, a través de la razón, la inteligencia, las ideas y el conocimiento, posibles verdades, y hasta ahí.




Isaiah Berlin, Karl Popper, Roger Bartra, Enrique Krauze y muchos otros pensadores a quienes respeto y leo con fruición, legaron páginas brillantes, esclarecedoras, memorables, a propósito del tema. Yo, como he dicho ya, mordido por el gusanillo, he llegado a rasguñar cuartillas y me he atrevido a publicar algún pequeño intento de reflexión sobre el asunto (http://www.ucm.es/info/especulo/numero34/pericles.html), y me he sentido tentado a transformar ese ensayo en capítulo de libro. Ya veremos. Pero lo último que he leído, una obra magistralmente estructurada y expuesta, es la colección de trabajos del profesor de Columbia, Mark Lilla, publicada primero en el "The New York Review of Books" y en "The Times Literary Supplement", para luego ser editada en un tomo que llamó "The Reckless Mind: Intellectuals and Politics", aparecida en español con el título de "Pensadores temerarios". Allí, Lilla nos recuerda, en función de los hombres de talento artístico y de los pensadores en general, que "las vidas política e intelectual comparten una base no sólo en la razón, sino también en las pasiones. La pasión no es necesariamente algo malo: hay sanas pasiones por la verdad y la justicia que deben ser cultivadas. Pero las pasiones también tienen que ser controladas". Leer a Lilla, si nos preguntamos la razón y el por qué de los "intelectuales filotiránicos" (así los bautizó), resulta fundamental e ineludible.



Aparte, una polémica muy famosa entre Mario Benedetti y Mario Vargas Llosa, íntimamente vinculada con lo anterior (http://www.alumnos.unican.es/~uc1531/mario/marios.html), es altamente recomendable para empaparse de lo que este par de latinoamericanos universales suponía en relación con el problema. Además, la esgrima argumentativa, la puesta en escena de sus ideas, el manejo de los sables discursivos, desplegados por cada uno, es poco menos que una delicia. En algún lugar opina Vargas Llosa: "Hay una extraordinaria paradoja en que la misma persona que, en la poesía o la novela, ha mostrado audacia y libertad, aptitud para romper con la tradición, las convenciones y renovar raigalmente las formas, los mitos y el lenguaje, sea capaz de un desconcertante conformismo en el dominio ideológico, en el que, con prudencia, timidez, docilidad, no vacila en hacer suyos y respaldar con su prestigio los dogmas más dudosos e incluso las meras consignas de la propaganda". Y esta es una verdad que, por ser tan grande como un templo, desconcierta y hace fruncir ceños. Más adelante continúa afirmando el peruano: "Examinemos el caso de los dos grandes autores que Benedetti menciona -Neruda y Carpentier- preguntándome burlonamente si ellos son más culpables de nuestras miserias que la United Fruit o la Anaconda Cooper Mining. Tengo a la poesía de Neruda por la más rica y liberadora que se ha escrito en castellano en este siglo, una poesía tan vasta como es la pintura de Picasso, un firmamento en el que hay misterio, maravilla, simplicidad y complejidad extremas, realismo y surrealismo, lírica y épica, intuición y razón, y una sabiduría artesanal tan grande como capacidad de invención. ¿Cómo pudo ser la misma persona que revolucionó de este modo la poesía de la lengua el disciplinado militante que escribió poemas en loor de Stalin y a quien todos los crímenes del estalinismo -las purgas, los campos, los juicios fraguados, las matanzas, la esclerosis del marxismo- no produjeron la menor turbación ética, ninguno de los conflictos y dilemas en que sumieron a tantos artistas? Toda la dimensión política de la obra de Neruda se resiente del mismo esquematismo conformista de su militancia. No hubo en él duplicidad moral: su visión del mundo, como político y como escritor (cuando escribía de política) era maniquea y dogmática. Gracias a Neruda, incontables latinoamericanos descubrimos la poesía; gracias a él -su influencia fue gigantesca- innumerables jóvenes llegaron a creer que la manera más digna de combatir las iniquidades del imperialismo y de la reacción era oponiéndoles la ortodoxia estalinista. (...) Se me reprochará seguramente ser mezquino y obtuso: ¿acaso el aporte literario de un Neruda o un Carpentier no es suficiente para que nos olvidemos de su comportamiento político? ¿Vamos a volvemos unos inquisidores exigiendo de los escritores no sólo que sean rigurosos, honestos y audaces a la hora de inventar, sino también en lo político y en lo moral? Creo que en esto Mario Benedetti y yo estaremos de acuerdo. En América Latina, un escritor no es sólo un escritor. Debido a la naturaleza terrible de nuestros problemas, a una tradición muy arraigada, al hecho de que contamos con tribunas y modos de hacernos escuchar, es también alguien de quien se espera una contribución activa en la solución de los problemas. Puede ser ingenuo y errado, sería más cómodo para nosotros, sin duda, que en América Latina se viera en el escritor alguien cuya función exclusiva es entretener o hechizar con sus libros. Pero Benedetti y yo sabemos que no es así; que también se espera de nosotros -más, se nos exige- pronunciarnos continuamente sobre lo que ocurre y que ayudemos a tomar posición a los demás. Se trata de una tremenda responsabilidad. Desde luego que un escritor puede rehuirla y, pese a ello, escribir obras maestras. Pero quienes no la rehuyen tienen la obligación, en ese campo político donde lo que dicen y escriben reverbera en la manera de actuar y pensar de los demás, de ser tan honestos, rigurosos y cuidadosos como a la hora de soñar. (...) Ni Neruda ni Carpentier me parecen haber cumplido aquella función cívica como cumplieron la artística. Mi reproche, a ellos y a quienes, como lo hicieron ellos, creen que la responsabilidad de un intelectual de izquierda consiste en ponerse al servicio incondicional de un partido o un régimen de esta etiqueta, no es que fueran comunistas. Es que lo fueran de una manera indigna de un escritor: sin reelaborar por cuenta propia, cotejándolos con los hechos, las ideas, anatemas, estereotipos o consignas que promocionan; que lo fueran sin imaginación y sin espíritu crítico, abdicando del primer deber del intelectual: ser libre. Muchos intelectuales latinoamericanos han renunciado a las ideas y a la originalidad riesgosa, y por eso entre nosotros el debate político suele ser tan pobre: invectiva y clisé. Que haya acaso entre los escritores latinoamericanos una mayoría en esta actitud parece confortar a Mario Benedetti y darle la sensación del triunfo. A mí me angustia, pues ello quiere decir que, a pesar de la riquísima floración artística que nuestro continente ha producido, aún no salimos del oscurantismo ideológico". En fin, vale la pena detenerse un poco, acceder a los documentos (par de artículos de Benedetti y par de Vargas Llosa cuyas direcciones electrónicas copié arriba) y leer completa la polémica.



Para finalizar, dejo aquí unas palabras de la gran Rosa Montero, por sencillas, claras, contundentes y lapidarias: "Todos los poderes necesitan heraldos y voceros; todos precisan intelectuales que inventen para ellos una legitimidad histórica y una coartada moral. Ésos, los intelectuales orgánicos, son desde mi punto de vista los peores. Son los mandarines, y ese papel tripudo de gran buda no se ejerce impunemente". Para mí también son los peores, Rosa, qué duda cabe y en muy mala hora.

8/13/2011

"No se puede escindir al escritor de la persona"

Federico Andahazi en debate con Horacio González. Vale la pena observar:


http://www.youtube.com/watch?v=z3we4KLCVJo




8/12/2011

De la ducha al karaoke

Hay quienes se las arreglan muy bien para espantar el fastidio. Hay quienes después de una vida ajena a la naturaleza, cuando llega la jubilación, optan por meterse a ecologistas, a verdes, a vegetarianos. Lechuguinas andantes, lo cual está de maravillas por aquello de que cada cabeza es un mundo. Mire usted cómo está el patio.
Hay gente "light" que toma digestivos luego del pollo a la plancha y verdaderos cerdos que acaban con todo el licor del vecindario. Está requetebién. Ya los latinos habían dado con la piedra filosofal trocada en verbo: bonum vinum laetificat cor hominis. El buen vino alegra el corazón del hombre. Qué verdad tan sabrosona y tan actual.
Pero nada como el canto. Los que tienen voz y cogen al toro por los cuernos porque sus gargantas sí que andan en línea directa con Orfeo, pasan. Serenateros de los buenos no es que se hallen en cualquier esquina, pero se encuentran, existen todavía. Otra cosa son quienes arrojan gallos, gemidos o falsetes acabando en chirridos hechos carne.
En la ducha están de lo mejor. Son artista y público, voz y oído, emisor y receptor, asunto de importancia capital cuando no existir es el estado que mejor les va, en esencia por la falta de consideración -maltrato estético en primer lugar- para con escuchas cuyas afecciones y suplicios arrancan en el pabellón de la oreja, atraviesan la cadena de huesecillos y van a parar al mismo espíritu. No faltaba más.
Otro gallo cantaría, pues, si quien alebrestado y dispuesto a arrullar con su trino de loro acatarrado fuese alguien con dos dedos de frente en cuestiones de la voz. Qué va. Sobran los dislates. Si la ducha resulta inofensiva entre otras razones por el soliloquio musical que se perpetra en ella, basta un rato en el bar de Eusebio, que tiene un karaoke, para descender a los infiernos.
Y aquí el problema toca a todos porque se hace público. El bar de Eusebio, que antes -tiempos idos, ja, porque todo pasado fue mejor- ofrecía lo suficiente para entrarle a la conversa y empujarse unos tequilas, hoy por hoy brinda además el abanico completo de la escala musical, si es que alaridos destemplados caben en tal nomenclatura. Un karaoke es el Omega, el punto último que la tecnología nos pone enfrente para meternos de cabeza en el mundo de los sueños. Un karaoke es el camino, la posibilidad al alcance de la mano para embolsillarse cinco minutos de gloria.
De la prehistórica ducha, tímida y ensimismada, al apoteósico bum del karaoke media el trayecto de un viernes cualquiera, de una noche entusiasmada, de jolgorio y tragos que son como el empujoncito que faltaba. El oficinista serio, el buen señor Rodríguez, o la gerente que no muda un nudo de su cara todo el santo día -bebe valeriana y masca chicle para espantar malos ratos- caen en brazos del aparatico, quién los viera, y el de Eusebio se transforma en el gran salón de la cantata.
De la ducha al karaoke media un malestar: el de quienes ni a piedra o palos soltarían su voz para jugar a Pavarotti y envalentonarse con las cuerdas vocales, precisamente porque se saben adefesios musicales, asunto que les hace pensar en la posible realidad de que ajenos estertores, gallos idos y voces desgañitadas tuviesen idéntico silencio. No, no, nada de eso. Todo lo contario. La noche es una orgía y el bar de Eusebio la iniciación para cualquier garganta.
La solución salta a la vista, claro está. Me toca coger los cachachás y mudarme de lugar, renunciar a la barra que fue confesionario, iglesia, lugar de cómplices empedernidos. Me toca dar la media vuelta y como buen soldado encender mi tabaco y montar la retirada, es decir, largarme, o sea, chaíto Manolito aunque provoque y tiente un AK-47 y pum, pum, volar media docena de huevos, qué se le va a hacer. Y lo que es peor y el colmo: ya Tobías, dueño de aquella tasca tan apetecible, ofreció el Paraíso sin que le temblara el pulso: "la próxima semana, a como dé lugar y porque sí, compro un karaoke", sentenció sonriendo.

Entre las piernas


Uno

Seguí el camino de tus carnes
frente al muro de las ganas
pájaros negros alzaron vuelo
y entonces tú
bajo la lluvia
bajo mi lengua
bajo este líquido transparente
y entonces yo
sobre el tejado
junto a la gula
hurgando entre las piernas
que te elevan.

Dos

Te encuentro aquí o en Madagascar
en Trípoli, Beirut, Sierra Leona, Tegucigalpa.
Me hallas
tu también me hallas
justo al fondo de esa escalera en caracol
y entonces eres
sé muy bien que eres
únicamente eres
piel y labios
gemidos y saliva
sábanas deshechas
mordisco sin moral y sin conciencia.

Tres

Y el eco
y aquel eco en la médula espinal de los recuerdos.
Lenguas como peces
besos como liebres
vendavales
Maremotos
huracanes
y otra vez tu sexo como madreselva
como noche de estrellas
de óleo de Van Gogh que me engulle para siempre.


8/10/2011

El poder y el delirio

Leí "El poder y el delirio" (Tusquets, 2008), de Enrique Krauze, cuando recién salía del horno. Para quienes no lo conocen, vale la pena dialogar con el autor a través de esta entrevista. Caudillos, intelectuales filotiránicos, democracia latinoamericana, la historia común de nuestros pueblos, identidades compartidas. Un ensayo de largo aliento acerca de la triste Venezuela del presente y el caudillo iluminado obsesionado con gobernarla hasta el fin de sus días:

http://www.youtube.com/watch?v=S8A7SzhnLnE


8/08/2011

Conversa al calor de un cigarrillo

Un diálogo entrañable entre Julio Cortázar y Joaquín Soler Serrano en Televisión Española, 1978. No tiene un miligramo de pérdida. Y para no escribir más, dejo ya el link y el mundo que se abre, fortuna entre fortunas, de cabo a rabo y de par en par:

http://www.youtube.com/watch?v=VEBOBW07sgo&feature=related


Cultura Sónica

Hablar del ser humano supone interrogarlo, hurgarlo, averiguar sobre el trayecto que lo catapultó de la cueva y de la piedra a las estrellas o al átomo. ¿Qué papel jugó y juega la antropología ante semejante aventura? ¿Qué implicaciones y significaciones tiene para nosotros hoy en día?

Investigar, ya sea entre tubos de ensayo, ante documentos empolvados que guardan los secretos de la historia, o hacerlo en función del hombre como creador de cultura, como creador de rituales o de símbolos, exige una manera de aproximación a su objeto de estudio que se concreta en un método. ¿Qué es investigar a la manera de un científico social? ¿Dónde llevar a cabo tal empresa? ¿Cómo realizarla en nuestras sociedades? ¿Qué relación guardan las universidades venezolanas con el apasionante y misterioso mundo de los descubrimientos, de la construcción de saberes, de la investigación en todos los ámbitos de la experiencia humana?

Para conversar de éste y otros temas nos acompaña esta tarde de relámpagos y lluvia Alexander Mansutti, antropólogo, profesor investigador en la Universidad de Guayana, coordinador de investigación y postgrado de esta misma Universidad, amigo a quien el interés por el saber, por la cultura en cualquiera de sus manifestaciones lo hace un conversador extraordinario y entrañable. Bienvenido Alexander a Cultura Sónica, siempre es un placer tu presencia entre nosotros.

Media noche

En mi sueño aparecías

llena de noches o de tardes

vestida y desvestida.

En mi sueño eras

suspirabas

sonreías

continuabas el camino

que bajaba por tu vientre.

Desperté. Mi sueño era tu sueño.

Desperté y supe por fin que me soñabas.

8/04/2011

El escritor, la literatura, la libertad

Escribir implica un compromiso ético. Compromiso con uno mismo en función de esa arma arrojadiza que es la literatura. Quien escribe contrae la obligación de hacer su trabajo -escribir- honestamente, rigurosamente, excelentemente. Y el intelectual que está ahí, como ser humano de su tiempo (atención: sin hacer partenogénesis del escritor e intelectual. Miro al hombre en su conjunto, siendo él ésto y aquello pero en fin un todo indisoluble), tiene ante sus narices un mundo y una realidad que le exige mojarse los pies, dar ciertos golpes sobre la mesa, no permanecer callado.


Vale la pena ver lo que un grande, Mario Vargas Llosa, supone a propósito de estas cuestiones:



1) http://www.youtube.com/watch?v=IizmqH0Qe3I


2)http://www.youtube.com/watch?v=z3G34Ea5c-c&feature=related

Cronopios, Cronopios.

Un Cronopio, un Cronopio, un Cronopio viene siendo lo que usted finalmente elija que es desde su particular horizonte de lo bueno y de lo hermoso, de lo sublime o de lo que está ahí sin más, por razones del mejor afecto. No obstante, un Cronopio gigantesco, el mismo Julio que viste y calza, habla de ellos y cuenta y dice:

http://www.youtube.com/watch?v=7VfovnvGyDs&feature=related


8/03/2011

Relatos del Sur

En el Centro de Investigaciones y Estudios en Literatura y Artes de la Universidad de Guayana nos hemos dado a la tarea, apasionante como jamás llegamos a pensarlo, de recoger la historia menuda, local, esa que no aparece en los libros pero vive en el día a día de los pueblos, y llevarla a la radio en forma de micros. Se nos ocurrió llamarlos: "Relatos del Sur, un acercamiento a la cultura guayanesa". Dejo un enlace a propósito de lo que ya sale al aire. Ojalá les resulte interesante escucharlos:

http://saparapanda.blogspot.com/search?updated-max=2010-10-22T08%3A19%3A00-04%3A30

Azar

Mira que los días son un punto de fuga.
Abro un libro, la página 96, y ahí está el azar
que sabe hacer tan bien las cosas.
La Maga, la Maga y él tejiendo rutas, veredas, destinos que se hallan
en el centro de ambos, al filo de una sola voz.
Whisky en las rocas.
Cerveza helada.
Gin Tonic, dos cubos de hielo.
Pongo un disco de Laurindo Almeida, un dúo, a decir verdad, con Stan Getz.
El azar, sí, hace del jazz música y magia. Música y magia y posibilidades.
Jazz, invención, búsqueda, pero sobre todo hallazgo. Eso es.
Sigo el recorrido. Voy. Olfateo. Descubro. Entonces paso la vista a "Nadja", de Bretón. Aquí está, aquí la observo y me mira y la tomo del cuarto estante de mi biblioteca. Esa es una Rayuelita, el germen, quizás un primer golpe de intuición. Bretón guiñandole un ojo a Julio, Julio saludando desde su Gitane encendido que aprisiona feliz entre el medio y el índice.
Un cuento de Moravia, sumo y sigo, que habla de amores y de amantes a la luz de la tarde en que se encuentran sin brújulas ni barómetros o mapas.
Luego Youtube y miren, miren, miren cómo el círculo se cierra y otra vez el azar, ese señor que nunca se atreve a jugar con nosotros a los dados, termina en Rayuela, en Julio, en Cortázar. Termina poniendo punto final a estas letras:

http://youtu.be/BFBS7--YAfk