10/30/2006

Las ideas del señor Hungtinton


En su edición de abril de 2004 la revista Letras Libres ofrece un ensayo del académico norteamericano Samuel P. Huntington (El desafío hispano). En él, su autor afirma que los Estados Unidos son objeto de una creciente amenaza: la inmigración proveniente de México, cada vez más numerosa, lo cual pudiera dar al traste con la cultura "angloparlante y blanca" que manifiesta esa nación.
Ya con anterioridad Huntington escribió un libro tan conocido como polémico, en el que se ocupa de vislumbrar el posible choque de civilizaciones entre la cultura islámica y Occidente. En ambos escritos se evidencia el síndrome de lo que durante siglos ha servido como excusa para excluir, infravalorar y en demasiadas ocasiones someter al otro: la creencia de que ciertas identidades (en general la propia, la que nos define como grupo social, pueblo o nación) se verían trastocadas, por no decir destruidas, si experimentan mayores contactos con otra diferente. De aquí al chauvinismo, a nacionalismos mal concebidos y por tal razón en extremo peligrosos, hay pocos pasos.
Sostiene el profesor Huntington en El desafío hispano que "la continuidad de los elevados niveles de inmigración mexicana e hispana en general, unida a las bajas tasas de asimilación de dichos inmigrantes a la sociedad y la cultura americanas, podrían acabar por transformar a Estados Unidos en un país de dos lenguas, dos culturas y dos pueblos". Es decir, Huntington rechaza la inmigración mexicana porque, según él, en primer lugar es muy alta, y en segundo, poco dada a la asimilación, asunto que traería en consecuencia la ruptura de la unidad cultural estadounidense. Nada, a mi juicio, más reñido con la realidad.
Es sabido que toda comunidad de inmigrantes, lejos de echarse voluntariamente a un ghetto, poco a poco tiende al abrazo con el grupo que la recibe. Al cabo de unas generaciones la amalgama cultural, producto del encuentro, termina siendo enriquecedora desde cualquier punto de vista. Quienes llegan, quienes hacen su vida en un país que los acoge y les brinda su seno revitalizándoles el sentido de la existencia y desplegando para ellos el abanico de nuevas posibilidades, por lo general no sólo se adaptan asimilándose a la cultura receptora, sino que la engrandecen con experiencias, costumbres, horizontes, valores y perspectivas que antes no tenía.
Precisamente esto ha ocurrido en la América de habla hispana durante la posguerra. De ello dan fe los miles de europeos venidos a estas tierras y sembrados aquí desde aquellos días de incertidumbre. Ha ocurrido también entre Occidente y el Islam. ¿Quién podría hablar de pureza racial o cultural a estas alturas? En castellano existen más de tres mil palabras heredadas del árabe. Después de la caída de Roma, por más de tres centurias Europa permaneció sin producir libros, y por si fuera poco, desestimulada en la búsqueda de conocimiento. Sin embargo, mientras tal sequía intelectual se daba, durante el siglo IX, en la Córdoba del esplendor hispanomusulmán, los eruditos árabes rastreaban y desenterraban a Aristóteles, así como al pensamiento romano, dándose la mano luego, en semejante tarea, con alguien de la talla de Alfonso X El Sabio. El Islam y Occidente se abrazaban, y ese abrazo tiene ecos que llegan al siglo XXI.
Asimismo, en las riberas del Tajo, Toledo guardaba en sus entrañas medievales al cristianismo, judaísmo e islamismo. En ese conglomerado humano, ejemplo de coexistencia pacífica y de encuentro entre culturas al que el profesor Huntington le teme, el afán de saber y la mano árabe rindieron frutos, pues nació un movimiento intelectual rico y extraño, dispuesto a la recopilación y sistematización de saberes, su comparación, su estudio y traducción (los originales existían en griego y latín), cuyo nombre conocemos como Escuela de Traductores de Toledo. Así, esta ciudad aleccionaba al mundo en cuanto a que sin importar credos, lenguas o geografías, el conocimiento nos pertenece a todos y las culturas pueden respirar juntas, oxigenándose, sin matarse.
Salvaguardar la sabiduría milenaria de los clásicos, alimentada además por el pensamiento árabe y judío, fue el legado de la Escuela de Traductores a la humanidad. Los mexicanos (los hispanos, para decir más) y Estados Unidos, el Islam y Occidente, bien pueden vivir y enriquecerse mutuamente si nos empeñamos en espantar miedos irracionales, nacionalismos exacerbados e ideas que entroncan con una imaginaria pureza cultural, insostenible ante un mínimo análisis histórico, que por cierto Huntington pasó por alto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El ser humano es movedizo,es inevitable que lo sea. Ahora lo es mucho más dadas las difíciles circunstancias que presentan algunos lugares, circunstancias de alguna manera provocadas por quienes hoy cierran las puertas a los inmigrantes. Hunttinton es representante de este grupo. Sus ideas no me gustan, se encargó de propalar esa idea acerca del choque de civilizaciones que hoy le sirve al gobierno norteamericano para invadir países y matar hombres y mujeres de esa supuesta otra civilización.

Anónimo dijo...

Encuentro curiosas similitudes en el fenómeno de emigración actualmente en proceso entre México y Estados Unidos por una parte, y el ya casi desaparecido entre Colombia y Venezuela.
Los colombianos emigraban masivamente a Venezuela principalmente las ultimas 5 décadas del siglo pasado. Más encueste usted a los venezolanos sobre la emigración de colombianos hacia Venezuela, y vera que ambos, venezolanos y norteamericanos piensan lo mismo sobre sus recién llegados inmigrantes.
No hay emigración mala. La emigración transforma generosamente a los pueblos, revitalizándolos, inyectándoles nuevos bríos. Los emigrantes crean oportunidades para crecer. Todo lo anterior acontece por supuesto, bajo dos condiciones excluyentes: Usted es emigrante, o usted no sufre o protagoniza una invasión de emigrantes. Por el contrario, si usted es venezolano (principalmente radicado en el occidente del país), si es norteamericano (principalmente radicado en los estados limítrofes con México), si es español (principalmente canario quienes sufren del asedio marroquí y en general de otros pueblos africanos), si es Malasio (viendo con preocupación a sus emigrantes indonesios), o si es Alemán (por lo de los polacos), usted llega al grado de pensar que Mr. Hunttinton no esta del todo equivocado. En la larga historia de la emigración, hay dos caras a saber: una buscando un mundo mejor y, otra buscando preservar ese mundo mejor. Es fácil para cualquiera tomar posición en los problemas migratorios de terceros, más cuando se trata de los propios, allí si hay razón de ser. En referencia al comentario sobre los americanos que están para “invadir países y matar hombres y mujeres”, solo espero que aquellos que piensan así, tengan la fortuna de vivir al menos 30 años mas, para que vivan la experiencia de respirar bajo la bota del próximo poder mundial: China.

Anónimo dijo...

"En castellano existen más de tres mil palabras heredadas del árabe."

Me gustaría saber cuál es tu fuente. De acuerdo con el origen reconocido por la RAE, hay en castellano 1300 palabras de origen árabe, es decir, un 2,9 % del léxico. Existe más palabras amerindias que árabes en el idioma español.

Karla Pravia dijo...

Creo que siempre habrá una cultura queriendo dominar y otra queriendo sobrevivir, la historia a demostrado casi un ritmo ciclico. El problema, que creo entender de esta interpretación sobre Hunttinton, es que este señor no ha entedido que los países que han recibido inmigrantes se han nutrido con el bagaje que trae esta gente. El encuentro de culturas siempre será un fenómeno enriquecedor, sea un encuentro espontáneo, por opresión o necesidad. Lo que demuestra Hunttinton es un desconocimiento de la fortaleza de la cultura estadounidense para mantenerse en pie a pesar de la inmigración de hispanohablantes. Bueno, a estas alturas ya no es un chiste esa expresión "Spanglish".