8/24/2012

Política al revés



Chávez es un zorro viejo. A estas alturas más viejo que zorro, pero igual vale. Está seguro de que el tiempo se detuvo, para él los años han pasado pero no sus ideas: actúa como si nadara a sus anchas en las aguas de la política. Craso error.
Para empezar, el caudillo que hace más de trece años cobró altos dividendos en los lodazales que dejó el sistema de partidos del antiguo stablishmet, es hoy una mueca retorcida. Y lo es porque no ha sabido leer los signos, las aristas, ciertos pliegues que los años elaboran sin piedad. Hugo Chávez continúa en sus trece, es decir, pretende dividir, oxigenar resentimientos, insulta a cada instante, miente, engaña, elude la confrontación de altura, cara a cara con quienes lo adversan, lo cual lleva implícito un único objetivo, no otro que evitar un hecho que de sólo imaginarlo le produce escalofríos: debatir su obra de gobierno, conversar sobre los problemas reales de Venezuela, centrar la discusión en la gestión que ha hecho de este país uno peor del que encontró.
Lo que el Presidente lleva a cabo a estas alturas es desenterrar la antipolítica trocándose en resucitador, justo a la manera de aquel iluminado que apareció en los noventa y que tanto le ha servido todos estos lustros. Hoy por hoy su estrategia es tan torpe que se le saltan las costuras. Otra vez los gringos, otra vez la burguesía, otra vez los imperios cargan con las culpas y pagan el desastre, otra vez el capital y los traidores a la patria, otra vez los fantasmas que se inventa a propósito de las fiebres que jamás llegó a sudar.
Lo que la gente de esta sociedad anhela es simplemente un gobierno decente, eficiente, que en verdad se ocupe de lo que es su principal deber: procurar educación de calidad, hospitales de primera, combate a la miseria, control de la inflación, ofertas de trabajo, vivienda, vialidad, tranquilidad, que no la maten en las calles, y por ahí el desempeño de este bodrio revolucionario es una vergüenza y una calamidad.
No, la antipolítica en el presente es una búsqueda gobiernera inútil porque tantos años de locuras arrojan un lastre que resulta imposible ocultar bajo la alfombra. Chávez es un zorro viejo, más viejo que zorro, no cabe duda, y la prueba fehaciente de su decrepitud es el guion de esta campaña electoral, copia fiel y amarillenta de eso que le funcionó en los estertores del bipartidismo cuando adecos, copeyanos y demás hierbas daban las últimas brazadas de agonía, tal como él en estas horas. Fíjense cómo el hombre terminó emulándolos.

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