2/14/2007

Algunas veces el cine

En el intento de arreglar, ordenar, propiciar un sentido, se nos acaba la existencia. Dar con algo, perpetrar un hallazgo, es la meta por excelencia y la razón que mueve al hombre a emprender grandes o pequeños desafíos, cotidianas luchas contra molinos que cada quien enfrenta a su manera.
Mientras esto ocurre descubrimos e inventamos formas para llegar, mecanismos de aproximación. Eso que llaman “la vida”, con su sociedad a cuestas, viene a constituir una "realidad segunda" en la que nos enredamos y en la que cabemos a medias (la "realidad primera" es nada menos que el horizonte vislumbrado desde el presente que nos luce incompleto). Vinculado con lo que representa la conquista de ese horizonte se alza el secreto del largo devenir del hombre, de su tremenda y personal historia: ahí, en el intento únicamente humano de ordenación consciente, se afinca nuestra posibilidad de éxito.
Una de esas búsquedas, de esos ensayos consuetudinarios, se produce en mí ante una escapada al cine. Hacerlo es una forma, entre muchísimas, de hurgar territorios. Lo cierto es que en una película anidan esperanzas y concreciones: grandes las primeras, mínimas y escurridizas las segundas, pero siempre dispuestas en todo caso a ir al saco de las experiencias que nos afirman y nos muestran otros rostros y otras posibilidades.
El mundo del cine se parece bastante al nuestro, al que existe de la pantalla para acá. Pero no es el mismo, desde luego. Su realidad carece de la desorganización propia de la vida misma. Quizá es esta la razón por la que, en mi caso, lo cinematográfico conforme un material de búsqueda excelente (ya sabemos, cada quien tiene las suyas) y en ocasiones propicie además encuentros que marcan para siempre. El cine expresa una realidad en apariencia idéntica a la que nos rodea, a la que nos contiene, pero diferenciada (de ahí su grandeza, su condición de Arte) porque tiene pie y cabeza, porque posee un orden que nos dice algo. En ese mare magnum que es la vida, tal orden es lo que deseamos encontrar, el objeto de nuestra eterna indagación. Una realidad clave en cualquier proyección que se respete es nada menos que la sintaxis bien pensada, bien articulada, la vida estructurada que somos capaces de desentrañar en hora y media o dos.
Toda película es una manera muy particular de acercarse a una realidad determinada, es en sí misma también una búsqueda, pero con el aliciente de que guarda cosas para ser lanzadas a los cuatro vientos o, mejor, a alguien que de veras las pretenda recibir (fueron concebidas y realizadas en función de esta certeza). Al fin y al cabo, parafraseando un poco a Borges, cada película debe tener su espectador, aunque sea uno.
Ir al cine es correr tras la liebre saltarina de nuestras secretas esperanzas. El cine, mágico lugar que, en dos platos, para muchos no es más que una sala de proyección y punto, se erige en verdad como campo de batalla, como escenario donde se realizará una partecita de nuestra guerra personal por darle sentido al sinsentido, orden al desorden, significado a lo insignificante. No en balde la emoción atrapa desde el mismo instante en que decidimos ir, desde que empezamos a vestirnos, desde que compramos el boleto, desde que decimos sí al ritual de las cotufas. Encuentros y descubrimientos, diversión, hallazgos y acaso desencantos. Esa es la promesa que el cine arroja a quemarropa, válida opción, sin duda alguna, para armar posibles realidades, para acercarnos a un punto de llegada.

2 comentarios:

Juan Guerrero dijo...

...después de leerte, dan ganas de ir al cine esta noche. al menos para para no perder la costumbre de seguir "leyendo" cine en este país. saludos
p.s. da un paseíto por mi blog.

Anónimo dijo...

el cine es un lugar tan magico, toda realidad es posible y nosotros podemos vivirla al estar en la sala oscura. siempre una peliculas nos regala un mundo nuevo a veces tan parecido al nuestro que nos hace llorar o reirnos o taparnos los ojos.para mi el cine es el mejor antedepresivo del mundo, siempre me siento feliz al ir al cine. trabajar en peliculas ademas es el gran privilegio que me ha otorgado la vida