10/03/2007

De lo mediocre como obra de arte

Tenía yo la buena costumbre de sintonizar la Emisora Cultural de Caracas, hasta que a unos genios les dio por trastocar el dial. Como este país sufre el síndrome del cangrejo, es decir, va para atrás a velocidades supersónicas, pues resulta que hoy por hoy tenemos una emisora más, y mucha calidad de menos.
En vez de Beethoven, usted se deleita con Darío Vivas. Si le daba por encender el aparato con el ojo puesto en la Primavera de Vivaldi, no señor, cháchara gobiernera en boca de Clemente Scotto.
Darle la patada nada menos que a una señal como la que se despacharon de una dentellada, resultó fácil y sin complicaciones. Le asestaron el puntapié y listo. Pocos alzaron la voz. La sustitución acabó siendo una grosería, un insulto cuyo tamaño prácticamente nadie percibió. Propaganda para el régimen, disparada a quemarropa, parece ser el horizonte que esta empresa (un horror que dieron en llamar "La voz de Guayana") al servicio del poder lleva encajada entre ceja y ceja, lo que en mala hora suena como si nada, como una más entre las voces desplegadas en ese corifeo mediático controlado por el Ejecutivo a lo largo y ancho de esta orilla del mundo llamada Venezuela, para mal de cualquier oído que se respete, desde el pabellón de la oreja, pasando por la cadena de huesecillos y culminando en las profundidades del oído interno.
Uno se pone a pensar en lo mucho que perdimos en este cambalache sin sentido, y qué va, devuélvame mis peroles, compadre. Si el asunto era crear otro apéndice comunicacional del gobierno, si la cosa iba por los caminos politiqueros de y en favor de una parcialidad política, como efectivamente ocurrió, hubiese bastado salir al aire respetando lo existente. Sin zarpazos, pues. Pero nanai, la Emisora Cultural de Caracas, excelente por donde se mire, pagó el precio de la andanada informativa de la revolución, ya se sabe, con silencio sepulcral yéndose con su música a otra parte. La política mediática del imperio ameritaba tamaña puesta en escena, claro, y esa puesta en escena llega al presente, véanlo sin mezquindades, con una programación la mar de equilibrada y en manos de una planta que representa a todos, absolutamente a todos y cada uno de los guayaneses. Exquisita maravilla.
¿Simón Díaz?, no, Iris Varela, camarada. ¿A night at Kimball`s east, de Poncho Sánchez?, tampoco, Nicolás Maduro y su combo, que suena más tropical. ¿Chick Corea o Al Di Meola?, olvídese del tango, que Gardel murió: Hugo Chávez en vivo, desde la Asamblea Nacional. ¿Políticos paralíticos, de Desorden Público?, ni de vaina, políticos en carrera, a paso de vencedores, por si acaso.
Hacer radio, para un gentío, supongo que equivale a chasquear los dedos y recoger los frutos. Armas cuatro parapetos, sueltas dos o tres ideas, te enredas con ellas cual pollo que masca chicle, y terminas inventando un gallinero vertical. Te exprimes los sesos, vuelves a hacer click con el medio y el pulgar, y levantas un fundo zamorano. Pides una taza de café, lanzas otras frases para apretujar en cinco horas, y le das forma a los cultivos hidropónicos. Y así.
Improvisar exige poco, pero cuesta un ojo de la cara. Nada ganó esta región con una nueva radio a las órdenes del líder, y lo que ha sido peor, con la desaparición de una señal que fue por muchos años ejemplo vivo de calidad y cultura puesta al alcance de un botón. Perdimos demasiado, tristemente. La mediocridad, que es una masa gelatinosa difícil de arrancar cuando se desparrama por pisos, techos y paredes, pulula por todos los costados, y es tan libre como peligrosa. La Emisora Cultural estaba ahí, para quien quisiera oírla. Ahora nos queda la antítesis de la imaginación, la otra cara de la creatividad, el lado oscuro de un proyecto a los pies de quien espera el estribillo: “ordene usted mi comandante”. Ésta es, después de todo, la radio que merecemos. Una obra de arte, pero con las patas para arriba. ¿Qué se hizo para evitarlo?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo expresado en tu artículo, ya que nos quitaron La Emisora Cultural de Caracas aquí en Guayana y casi nadie dijo nada, ahora vienen por el resto de emisoras que le sean incomodas al gobierno. Luis Domínguez