6/13/2010

Hojas sueltas

1
Los hechos, piensan unos, son como las aves; vuelan sin decir a dónde. Yo pienso que son como la lluvia; la anuncia un cielo gris.
2
Poema en el agua, como si fuera pez.
Luego el fondo
respirar otras realidades
saltar cuando menos lo esperen.
3
A veces la soledad es una musa que te atrapa,
una especie de sirena en la isla de tu vida
que muestra su encanto y todo lo demás.
4
Me asomo a tu sexo y observo la ciudad dormida.
Despierto tranquilo,
el silencio resopla la última bocanada de la noche
y muerto de risa me señala con el dedo.
5
Esa noche, esa Luna mirándome de reojo,
como cíclope noctámbulo que me cubre con su rostro negro y estrellado.
6
Entrar en una gota de agua y caer desde un techo de zinc.
Entonces mirar un punto allá abajo, medirlo con la precisión más cruel y saltar con todo el cuerpo
sintiendo el vacío
el vértigo
hasta estrellarme y ver cómo salpico de mí mismo.
7
Rompo la silueta llena de otras cosas:
de atardeceres, por ejemplo, a la luz de la luciérnaga que se desploma consumida por el fuego.
Entonces me dibujo mejor,
soy pescador, arrecife, pez azul.
Trazo la línea con los dientes para disfrutar la tibieza de la espuma. Trastoco los cimientos de mis sueños para encontrarme en la cima de ese monte.
Por eso doy tumbos,
me emborracho de estrellas y cometas,
lanzo mis huesos al mar.
8
Lo cierto es que estos poros
cansados de levantar sudores
no saben un coño de enciclopedias
diccionarios
páginas amarillas
luces de neón
o luciérnagas que se roban la noche como soles en medio de la plaza.
Yo sé de una tierra que echa polvo a su paso por las botas
y una boca lanzafuego en medio de las balas.
9
Colgar el teléfono
desconectar la nevera
encerrarse en el mundo
y comenzar a vivir,
entre tantos,
como una botella vieja.
10
Tranquilo
como ciertas hojas seguras de la ruta
de la perfecta sincronía del zig-zag
del suavísimo final de suelo.
11
Y viene la poesía con ese traje de flores rojas.
Para que lo sepa: final feliz, hora de llovizna, de pareja, de abrigos y paraguas, de manos apretadas, de Cortázar a la luz de mi lámpara, de la palabra lumbre.
El pase ansiado de saliva y caricias y te quiero y no me olvides, que soy joven, que tengo la vida por delante, que pez azul, estrellas, luceros, corazones.
12
Voy a lanzarme al combate, al rescate de tus piernas y tus pasos,
pero déjate de historias de pueblo y de calles húmedas de sal de lágrimas, porque yo aquí, en esta esquina, cuento tres y llevo dos.
13
Con la cara de la Luna voy a proponer un juego
con tu rostro y tus brazos
para dar de comer a la imaginación.
Y seré hombre de cielo ancho
y azul
que se trague tu luz y tu cáscara
que te diga "mi amor"
y que de soledad nunca te permita morir.
14
Mi gato gusta hablar de literatura
y lleva un libro deshojado bajo el brazo
y con el rabo marca el compás de las palabras.
A veces mi gato hace el café
y sentado en su cojín, desde lo más íntimo de un ronroneo,
piensa poemas que luego esconde no se sabe dónde.
Mi gato juega al gato y al ratón
y en ocasiones se detiene pensativo
y se rasca los bigotes.
Yo me siento detrás del árbol grande
que da sombras,
entonces saco mis juguetes
para escribir garabatos en la tierra
hasta que aparezcan los luceros.
15
El amante se sacude las manos
y siempre
seguro del día
continúa su caminar hasta la esquina de la plaza.
Lejos ya
del trópico de carne
se empapa en sudor por los amores sembrados como cruces.
Entonces viene
bailando volando jugando
cargado de arcilla
y con cara de tortuga
porque sabe bien
que de amores y canciones
puede vivir para siempre.
16
Y yo me alegro por equivocarme muchas veces
escondido del pudor
del dedo índice
yo por fin me alegro de las naranjas frescas
y de las muchachas llenas de rocío
como lechugas.
Sería tan aburrido
quién sabe
ese manojo de papeles
de hojas apretujadas con un clips
que yo tajantamente me quedo
del lado de los hombres con retazos de carbón sobre sus caras.
17
Pasear por el tejado
retorcerme
virar en círculo
y desplomarme hacia la nada que abraza mi cuerpo.
Entonces comenzar a ronronear
con un movimiento leve de la cola
madurando
sintiendo cómo me hago viejo.
Y ahora sí
hacerme hombre otra vez
hasta encontrar con mis ojos (ahora verdes)
el brillo absoluto de los tuyos.
18
Je, je
un hombre desnudo mira la Luna y se ríe
Je, je
una mujer se guarda el sol entre los senos.
19
Un titiritero de mi pueblo
bebedor de cerveza
de grandes carcajadas
me dijo que la poesía
era una hembra caderuda de enorme cabellera.
20
Licor y música arrebatan sensaciones que el lápiz transcribe a medias
como por joder
haciéndose tu cómplice.

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