Vamos a hacer un ejercicio de transposición. Cambiemos algunos términos, apenas unos cuantos en el original (cuya diana son los adversarios del gobierno) e imagina ahora a Capriles, o a Andrés Velásquez, o supón a
María Corina, muy trajeada y formalita, en un plató de televisión afirmando
ante las cámaras: “Los francotiradores apuntan a cabezas, pero llega un momento
en el que una cabeza chavista no se diferencia de una cabeza opositora, salvo
en el contenido. El sonido que produce [una bala, claro está] en una cabeza
chavista es mucho menor, porque el cráneo es hueco y pasa rápido, pero eso se
sabe después que pasa el proyectil”.
Detente un segundo y lee otra vez. Entonces
piensa en lo que estuviera sucediendo aquí si cualquier dirigente opositor
hubiera en realidad vociferado (las emitió el embajador venezolano ante la OEA) tales monstruosidades
y desplegado semejante abanico de patético humor negro. Humor negro, sí, no creas
que has leído mal. Tal fue la excusa dada por el señor Chaderton para
justificar lo imperdonable, junto con señalamientos sugiriendo que sus afirmaciones
resultaron mediáticamente trastocadas. Yo opiné A pero no opiné A, sino B. Yo
manifesté lo que manifesté y muy bien manifestado, pero ustedes los malvados
entienden lo contrario, razonan al revés, decodifican mal. Y así. Cantinflas
reloaded.
El señor Roy Chaderton, supongo, sabe mucho
del humor, de todos los humores de este mundo. Del blanco, del azul clarito,
del negro por supuesto, del humor acuoso y del vítreo, pero sabe un pepino del
humor dañino, del humor imbécil, ese que ha disparado bajo un manto de impunidad
que sólo da el poder retorcido por el abuso, por el mira que estoy en las
alturas, cómodo sitial al que llegamos los privilegiados. Casi puedo verlo en
pleno zapping mental con el control remoto ideológico presto a la tarea de
ejercitar su magnífico humor a base de crujidos escuálidos o chavistas del
occipital. Crujidos como de cáscara de huevo o como de cráneos con mucha materia
gris según el caso. Leo de nuevo las declaraciones de Chaderton y digo: hay que
ver, este individuo anda de lo más campante haciendo de las suyas por el mundo
cuando ya no podría dar un paso más debido al peso infinito de su, ahora sí,
negrísima conciencia. Y de seguidas pienso en Geraldine Moreno, en Basil Da
Costa, en Kluiverth Roa, en tantos burlados a fuerza de una realidad que es el
horror trivializado por un funcionario sin escrúpulos.
En el fondo el mensaje de Chaderton, con el
humor ennegrecido y la sonrisa desdentada que le venga en gana, es siempre el
mismo, presente con puntualidad de reloj suizo en totalitarismos de cualquier
pelaje. Como el lenguaje nos conforma, como los seres humanos por re o por fa
estamos cruzados de cabo a rabo por lo lingüístico, decir escuálido y asociarlo con calaveras huecas saltando
como confetis gracias a balas antojadizas, supone la exclusión, la negación
total, la cosificación del otro, de quien es distinto, de quien no piensa ni
comparte la lógica del poder (y por ser un vacío andante ni siquiera piensa).
El mensaje de Chaderton nace de una perversión:
el convencimiento de que es dueño de la verdad, de la justicia e incluso de la
historia, y ya puedes imaginarlo, quien posee las llaves para acceder a tamaño
triunvirato posee también superioridad moral para emitir y sentenciar cuanta
barbaridad coquetee con sus neuronas.
Minimizar al adversario, transformarlo en poco menos que un insecto, invalidarlo en
todos los terrenos, esa es la idea. Un escuálido es entonces un descerebrado que
ve tú a saber qué más podrá ser, porque está vacío de contenido.
Cuando Chávez inventó la palabreja no
andaba tan perdido en la luna de Belén con los pastores. Señalar, disminuir,
excluir, convertir en bichos a quienes lleven la impronta de escuálidos
colgando de la frente, tenía y tiene objetivo muy bien delimitado. Un escuálido,
en fin, es una oquedad y por eso el proyectil le atraviesa la cabeza en un
zumbido, no faltaba más. Lo demás es humor negro y sonrisitas de rigor, que
para tales menesteres siempre hay gente bien dispuesta, como el triste
Chaderton.
5 comentarios:
impecable texto aunque redundante en el contexto nacional, pero necesario; Lichtenberg dejó dicho que dado el carácter corrosivo del humor había que utilizarlo con mucha discreción, más o menos así... Te faltó decir que el padre de esto prometió freír las cabezas de los adecos en aceite y convertir en polvo cósmico (linda metáfora que ni a Hitler se le ocurrió) a la oposición!!! Espero que te lo publiquen en la casa donde nada convence más que la verdad.
Gracias don Pedro. Siempre son muy valiosos sus comentarios. Veremos.
Hubo un poeta muy gracioso, Noel Rosa, que cantaba Roupa nuova, una canción esperanzadora
Mejor seguimos con Rafael Bolívar Coronado.Acido sulfúrico.
La banalización de la humanidad del otro y de su muerte. No podemos ser indiferentes ante estas frases de ese sujeto, a quien no podría uno siquiera llamarlo señor. Es la tercera fase del genocidio la deshumanización del otro. Denle una ojeada a las 6 fases previas a la matanza en sí, para que constaten que ya todas han sido sembradas en esta tierra por este régimen que cada vez más se parece al III Reich. (http://en.wikipedia.org/wiki/Genocide#Stages_of_genocide.2C_influences_leading_to_genocide.2C_and_efforts_to_prevent_it).
La de este sujeto es solo una muestra de una de ellas.
Y si no es genocidio lo que buscan, por lo menos justifican el pogromo.
Toda una perla.
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