11/11/2015

Discurso, realidad y disparate

A lo largo de este año escribí una columna de opinión semanal para el diario El Universal. En ella traté lo humano y lo divino, aparte del tema político, que por supuesto estuvo presente -sin mayores inconvenientes- las veces que lo consideré necesario. Sin embargo, mi artículo del próximo viernes fue censurado. Las razones para excluirlo resultan más que obvias: el ejercicio de un periodismo cobardón y complaciente por parte de un diario que llegó a ser ejemplo de valentía y ética en su misión crítica y de contrapeso frente al poder. He dado por finalizada mi labor como articulista en esas páginas, tal como de inmediato se los hice saber. Dejo aquí el artículo en cuestión. 

    El lenguaje es un bosque y ahí habita el espíritu de mil cosas. Las palabras son frutos, pulpa y carne, jugo semántico que nos toca exprimir para darle sentido a la experiencia. Hoy en día la debacle lingüística no se asienta en el reducido número de términos que cualquiera usa para comunicarse. No es verdad que la mediocridad en la lengua deriva por ejemplo del poco sex appeal que medio mundo percibe en los libros, qué va, la cuestión supone el peliagudo hecho del vacío de contenidos, o su tergiversación impune: las palabras desinfladas en su quehacer significativo, convertidas nada menos que en su antítesis por obra y gracia de una torcedura que pareciera llegar para quedarse. Pongo por caso: “El ejercicio de la libertad es incompatible con cualquier tipo de presión o amenaza. Nadie en lo personal está facultado para determinar si el derecho a la libre expresión está bien usado o no lo está. Para esa calificación están los Tribunales de la República. Ninguna otra autoridad, al menos así ocurre en este país, puede pronunciarse sobre materia tan complicada y difícil (…) Nada hay que defina mejor la condición en sí de un régimen político, que su actitud frente a la prensa. Si ésta es perseguida, amordazada, silenciada, será un régimen tiránico y despótico”.
    Lo anterior no es un discurso de Capriles, ni dicción rimbombante en Ramón Guillermo Aveledo. Tamaña verdad  tampoco es retórica sutil de algún escuálido fascista, vende patria, imperialista. Nada de eso. Lo anterior, lance una carcajada o cáigase para atrás, nos dice Sanoja Hernández que son palabras de José Vicente Rangel. ¿Que no?, ¿que qué diablos es eso? ¿que si esto es una tomadura de pelo? ¿que cómo va a ser? Pues siendo. Búsquelo y léalo  en  Simón Jurado Blanco: Medidas de alta policía o el “avepismo en la prensa”. New York, Prineo Press, INC, 1960, p. 40, recogido por Jesús Sanoja Hernández en Entre golpes y revoluciones, Tomo II, Caracas: Debate, 2007, p.56. Cuando una verdad única se mete entre ceja y ceja lo demás es ruido y pocas nueces. Desde hace mucho yo, lo que soy yo, desprecio tales certezas por la razón sencilla de que nos automatizan, falsifican la realidad plural, contradictoria, dinámica, en la que me gusta chapotear. Ahí queda por los siglos de los siglos el parrafito de Rangel, hombre cuya verdad es una sola, ya la sabemos, mientras lo demás pareciera no existir.
    En nombre del socialismo se cometen injusticias, abusos que jamás deben ocurrir, ¿y qué sucede?, que el convencido por lo general se aferra con uñas y dientes a su convencimiento. La palabra socialismo, ¿qué significa en el presente?, ¿qué diablos cruza las neuronas de un creyente cuando la política se ha trocado en religión?, ¿qué relámpago de misticismo lo atraviesa en estos tiempos de descreimiento, de cambalache al más puro estilo de Discépolo? ¿Hablamos del socialismo cubano, escandinavo, vietnamita, soviético, francés, español? ¿Hablamos del suscrito por  la  “República Popular Democrática de Corea” (¡nada menos que Corea del Norte!) o el de la “República Federal Democrática de Nepal” o el de la “Gran República Árabe Libia Popular y Socialista” o el de la “República Democrática Popular Lao? Saco de gatos por donde lo mires.
    El gobierno de este país hecho añicos, indigestado con supercherías, obvia la lección política que ofrece nuestro entorno. La realidad, el día a día, dictaminan sobre la falibilidad o no del mandato ideológico. En Latinoamérica, y por supuesto en Venezuela, quienes se han entregado a convicciones negadas, superadas por la historia, acaban aplastados por el dogma religioso que es una máquina de triturar huesos endebles: la ideología a secas. Tal es el modelo típico de esquematismo, de visión unilateral que encarna la triste feligresía que da cuerpo  al stablishment revolucionario.
    Buena parte de la izquierda venezolana fue capaz de doblegarse, de inclinarse sin vergüenza ante un militar que les ofreció el Edén ahí mismo, a la vuelta de la esquina, coartada perfecta para otra vez, como si los relojes no dejaran a su paso la osamenta molida del desbarajuste humano, abjurar en la práctica de la democracia, por burguesa y otras babosadas similares, y rendirse a colectivismos que en mala hora sembraron de fracasos, sangre y miseria a los pueblos que ciegos y esperanzados se echaron en sus brazos.  Mala cosa, muy mala cosa. A ver si alguna vez nos da por aprender. Aunque sea alguna vez. 

2 comentarios:

luis lizardi dijo...

Hola Roger,

Muy bueno tu artículo. Lamentablemente, "El Universal" se ha convertido en un periódico pacato, timorato, que teme ofender al poder, y con tu renuncia a ser columnista de el Universal , te unes a la pléyade de columnistas que han dejado el periódico de la avenida Urdaneta en protesta porque sus columnas no han pasado el filtro de los "mujiquitas " del siglo XXI .

Saludos,

Luis

roger vilain dijo...

Así es Luis. Lo has descrito con todas sus letras. Un triste destino para cualquier periódico que mínimamente se respete. Recibe desde la distancia mi abrazo y mi palabra de amistad.