A lo largo de este año escribí una columna de opinión semanal para el diario El Universal. En ella traté lo humano y lo divino, aparte del tema político, que por supuesto estuvo presente -sin mayores inconvenientes- las veces que lo consideré necesario. Sin embargo, mi artículo del próximo viernes fue censurado. Las razones para excluirlo resultan más que obvias: el ejercicio de un periodismo cobardón y complaciente por parte de un diario que llegó a ser ejemplo de valentía y ética en su misión crítica y de contrapeso frente al poder. He dado por finalizada mi labor como articulista en esas páginas, tal como de inmediato se los hice saber. Dejo aquí el artículo en cuestión.
El lenguaje es un bosque y ahí
habita el espíritu de mil cosas. Las palabras son frutos, pulpa y carne, jugo
semántico que nos toca exprimir para darle sentido a la experiencia. Hoy en día
la debacle lingüística no se asienta en el reducido número de términos que cualquiera
usa para comunicarse. No es verdad que la mediocridad en la lengua deriva por
ejemplo del poco sex appeal que medio
mundo percibe en los libros, qué va, la cuestión supone el peliagudo hecho del
vacío de contenidos, o su tergiversación impune: las palabras desinfladas en su
quehacer significativo, convertidas nada menos que en su antítesis por obra y
gracia de una torcedura que pareciera llegar para quedarse. Pongo por caso: “El
ejercicio de la libertad es incompatible con cualquier tipo de presión o
amenaza. Nadie en lo personal está facultado para determinar si el derecho a la
libre expresión está bien usado o no lo está. Para esa calificación están los
Tribunales de la República. Ninguna otra autoridad, al menos así ocurre en este
país, puede pronunciarse sobre materia tan complicada y difícil (…) Nada hay
que defina mejor la condición en sí de un régimen político, que su actitud
frente a la prensa. Si ésta es perseguida, amordazada, silenciada, será un
régimen tiránico y despótico”.
Lo anterior no es un discurso de
Capriles, ni dicción rimbombante en Ramón Guillermo Aveledo. Tamaña verdad tampoco es retórica sutil de algún escuálido fascista,
vende patria, imperialista. Nada de eso. Lo anterior, lance una carcajada o cáigase
para atrás, nos dice Sanoja Hernández que son palabras de José Vicente Rangel. ¿Que
no?, ¿que qué diablos es eso? ¿que si esto es una tomadura de pelo? ¿que cómo
va a ser? Pues siendo. Búsquelo y léalo en Simón Jurado Blanco: Medidas de alta policía o el “avepismo en la prensa”. New York,
Prineo Press, INC, 1960, p. 40, recogido por Jesús Sanoja Hernández en Entre golpes y revoluciones, Tomo II,
Caracas: Debate, 2007, p.56. Cuando una verdad única se mete entre ceja y ceja
lo demás es ruido y pocas nueces. Desde hace mucho yo, lo que soy yo, desprecio
tales certezas por la razón sencilla de que nos automatizan, falsifican la
realidad plural, contradictoria, dinámica, en la que me gusta chapotear. Ahí queda por los siglos de los siglos el parrafito de Rangel, hombre cuya verdad es una sola, ya la sabemos, mientras lo demás pareciera no existir.
En nombre del socialismo se
cometen injusticias, abusos que jamás deben ocurrir, ¿y qué sucede?, que el convencido
por lo general se aferra con uñas y dientes a su convencimiento. La palabra
socialismo, ¿qué significa en el presente?, ¿qué diablos cruza las neuronas de
un creyente cuando la política se ha trocado en religión?, ¿qué relámpago de
misticismo lo atraviesa en estos tiempos de descreimiento, de cambalache al más
puro estilo de Discépolo? ¿Hablamos del socialismo cubano, escandinavo,
vietnamita, soviético, francés, español? ¿Hablamos del suscrito por la “República Popular Democrática de Corea” (¡nada
menos que Corea del Norte!) o el de la “República Federal Democrática de Nepal”
o el de la “Gran República Árabe Libia Popular y Socialista” o el de la
“República Democrática Popular Lao? Saco de gatos por donde lo mires.
El gobierno de este país hecho
añicos, indigestado con supercherías, obvia la lección política que ofrece
nuestro entorno. La realidad, el día a día, dictaminan sobre la falibilidad o
no del mandato ideológico. En Latinoamérica, y por supuesto en Venezuela,
quienes se han entregado a convicciones negadas, superadas por la historia,
acaban aplastados por el dogma religioso que es una máquina de triturar huesos endebles: la ideología a secas. Tal es el modelo típico de esquematismo, de
visión unilateral que encarna la triste feligresía que da cuerpo al stablishment
revolucionario.
Buena parte de la izquierda
venezolana fue capaz de doblegarse, de inclinarse sin vergüenza ante un militar
que les ofreció el Edén ahí mismo, a la vuelta de la esquina, coartada perfecta
para otra vez, como si los relojes no dejaran a su paso la osamenta molida del
desbarajuste humano, abjurar en la práctica de la democracia, por burguesa y
otras babosadas similares, y rendirse a colectivismos que en mala hora
sembraron de fracasos, sangre y miseria a los pueblos que ciegos y esperanzados
se echaron en sus brazos. Mala cosa, muy
mala cosa. A ver si alguna vez nos da por aprender. Aunque sea alguna vez.
2 comentarios:
Hola Roger,
Muy bueno tu artículo. Lamentablemente, "El Universal" se ha convertido en un periódico pacato, timorato, que teme ofender al poder, y con tu renuncia a ser columnista de el Universal , te unes a la pléyade de columnistas que han dejado el periódico de la avenida Urdaneta en protesta porque sus columnas no han pasado el filtro de los "mujiquitas " del siglo XXI .
Saludos,
Luis
Así es Luis. Lo has descrito con todas sus letras. Un triste destino para cualquier periódico que mínimamente se respete. Recibe desde la distancia mi abrazo y mi palabra de amistad.
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