Había una vez un padre muy cariñoso, amoroso, lector, amigable y con un look de cebrita.
Él tenía una hija que lo quería mucho. Él tenía un secreto, tenía el poder de la diversión, sacaba su pipa mágica, apuntaba y tiraba una poción burbujeante de risas y carcajadas.
Un día leía el periódico y encontró una noticia terrible. Un meteoro cayó en Francia, hizo que todos se volvieran aburridos.
El padre y Camila (su hija) se hicieron unas capas que decían: la del papá= Diverman, y la de Camila= Cosquillitas. Se fueron volando con el poder de las cosquillas y llegaron en diez segundos a Francia, pero se preguntaron: ¿en qué lugar era?
Viajaron a Toulouse pero no encontraron ningún meteoro. Se sentaron a pensar y a pensar pero después de un momento se les ocurrió: ¡París! Claro, fueron tan rápido como pudieron, buscaron Notre Dame, pero no había nada. Luego, caminando, vieron a una persona toda de color gris así que la siguieron hasta que llegaron a la torre Eiffel y hallaron el meteoro en la cúspide. Diverman fumó sus burbujas y Cosquillitas se puso sus guantes cosquilludos y bueno, salvaron París.
1 comentario:
Felicitaciones Camila, excelente cuento y al Papá orgulloso, también !felicitaciones¡
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