11/01/2013

Papel Literario

    El domingo 27 de octubre el diario El Nacional publicó, sólo en la web, su Papel Literario. La razón fue económica, o sea, falta de dólares para importar papel. Ustedes comprenden. La necesidad, pues, obligó a mutilar la edición impresa de esa fecha.
    Lo anterior es perfectamente comprensible. Ante la desolación brutal que vive este país resulta ineludible tomar decisiones, muy drásticas a veces, a la hora de manejar una empresa. Si escasea materia prima para trabajar y salir adelante el corolario exige reacomodos: se eliminarán ciertas páginas, se disminuirán otras y, en fin, se replanteará el asunto con el objetivo de mantenerse a flote.
    Hasta aquí todo hermoso, como el oso. Nada que un buen capitán no lleve a cabo cuando llega la tormenta si la cuestión es evitar naufragios. No obstante,  Papel Literario  -preciso es no olvidarlo-  es el suplemento cultural más longevo de América Latina, es una escuela y un nicho particular en el que se ha pensado el país desde la literatura y desde diferentes manifestaciones del arte; es un espacio con siete décadas a cuestas quebrándonos los platos en la cabeza y es una manera de escrutar el mundo hasta rehacerlo mediante la palabra, las ideas y el pensamiento, lo cual no es concha de ajo ni nada que se le parezca.  Nelson Rivera, su director, escribe desde el lamento: “la falta de divisas necesarias para la compra de papel ha alcanzado también a este diario, como a tantos otros en el país. Mientras este asunto encuentra solución, los lectores podrán encontrarnos en la web”. Y yo le pregunto a este individuo: ¿Por qué coño el suplemento literario fue la víctima escogida? ¿Por qué razón no enviaron al limbo de lo virtual al cuerpo de farándula, sólo por mencionar un ejemplito?
    “Porque nos da la real gana, señor, y déjese ya de andar jodiendo”. Punto. Esa podría ser la lápida para mis interrogantes. Me parece del carajo. Prefiero la honestidad de un escupitajo semejante a la alharaca de la mutilación perpetuada por la mano indolente de una realidad económica y política que nos tiene agarrados por los huevos. La culpa es del gobierno, ajá, con sus prácticas malsanas, con su incapacidad demostrada a lo largo de estos quince años de tragedia nacional. Excusas dadas, vista a la bandera, lloriqueos blandiendo el aire, se acabó. No me anden con pendejadas, por favor.
    Que este gobierno sea un bodrio, un parapeto impresentable y una cueva de ineptos al por mayor no es secreto para nadie. ¿Qué diablos puede importarle a un Maduro, a un Pedro Carreño, a un Cabello o a un Chacón lo literario, el arte y cuanta cosa despida tufos parecidos? Un pepino. ¿Qué demonios pasa si el Papel Literario, y digo más, si El Nacional, El Universal, Correo del Caroní, Tal Cual y demás impresos semejantes, junto a la madre que los parió, son borrados del mapa gracias al desastre económico que hace trizas todo lo que toca? Nada, absolutamente nada ante la mediocridad, la oscuridad, la incultura de tales personajes. Motivo de fiesta, que hay menos estorbos para la revolución. Pero ese no es el punto.
    Lo que resulta imperdonable en este novelón son los dedos índices desplegados en todas direcciones menos en la propia, el cotorreo vacuo y el perenne ya veremos. La cuerda revienta por lo más delgado, claro, y da la casualidad de que para El Nacional lo más delgado, la carnita para la parrilla, lo sacrificable por motivos de fuerza mayor y blablablá ha sido la hechura cultural de un Papel Literario que significa todo un universo a propósito de lo que hemos sido y somos como pueblo, nada menos. No me vengan con monsergas: o importa para El Nacional el suplemento con lo que simboliza e implica, con su carga de décadas llenas de inteligencia y talento creador, con su quehacer a brazo partido en función de una mejor sociedad y unos mejores individuos, o los lamentos son palabra y pose, lenguaradas sin valor y bastante demagogia, que vaya viendo usted, no es exclusiva de Maduro y sus secuaces.
    Si el Papel Literario en verdad supone para estos señores lo que dicen que supone, otro gallo vendrá a cantar al patio, nuevamente tendremos Papel… en la entrega impresa de cada domingo. Lo demás es cháchara de la que estamos hartos, lágrimas de cocodrilo para engordar la historia nacional de los ridículos, paja bruta como de costumbre. Amanecerá y veremos.

2 comentarios:

Antolín Martínez dijo...

Es que lo triste de esta historia es que la bien o mal llamada "oposición" también está fundada sobre el mismo barro que el llamado "oficialismo". En varios sentidos no son mucho mejores los opositores a los oficialistas. Ambos tienen dos discursos: uno para el proselitismo y otro que llevan por dentro: capitalismo puro y salvaje. Ambos. Ese es el gran drama de este país. Y a eso podemos añadir millones de Juan Bimba ignorantes a más no poder, sin juicio propio ni posibilidades de llegar a tenerlo. Es todo un drama este país hoy en día. Como Vargas Llosa, nos hemos suicidado como nación.

roger vilain dijo...

Antolín, me parece que hay muchas más variables en juego. Excusas relativas al proselitismo, al "capitalismo salvaje", etc., por lo general encierran una carga de simplismo impresionante al momento de construirse, de "fabricar" posibles explicaciones. Creo que la médula del asunto en verdad trasciende lo anterior. Es como para conversarlo en persona, café o vino de por medio. En fin.
Mientra tanto un abrazo desde estos rincones y gracias por escribir.