5/14/2017

La dictadura en su delirio

    La dignidad individual, en buena hora acogida por Occidente como el sustento de los Derechos Humanos, lleva en las entrañas una verdad incuestionable: no tenemos precio, poseemos valor. Sólo por ser Hombres (así, con mayúsculas) gozamos de una valía universal que nos iguala ante la ley, descabezándose cualquier rasero del que pudieran echar mano gobernantes trastornados, ideologías devenidas en estiércol o gente común llena de prejuicios variopintos.
    Cuando la dignidad es pisoteada aparece un monstruo contra el que nunca estaremos por completo vacunados, no otro que la afilada dentadura de líderes mesiánicos, mil y un salvadores de la patria, pseudopolíticos iluminados, caudillos con sed infinita de poder y otros bichos parecidos. Es lo que ocurrió en Venezuela y engendró al hombre de la verruga. Es lo que ha sucedido en un país que hace más de tres lustros vive en carne propia la tragedia de gobiernos  -primero Chávez y luego el bailarín-  refractarios a la democracia, emponzoñados por el veneno de la codicia, del poder por los siglos de los siglos y entregados sin vergüenza a la satrapía más longeva de estos rincones del mundo.
    Venezuela es una tierra con profunda capacidad de aguante, pacífica hasta la médula, amante de la libertad, de la alegría y de la fiesta. La palabra solidaridad le es consustancial, tanto como el término olvidar, por ejemplo. En mi país todo se olvida con facilidad, a la historia se la lleva el viento más veces de las que haría falta, de modo que por ahí cargan ventaja bandidos de tomo y lomo, de verdadera uña en el rabo. Hugo Chávez y Nicolás Maduro, pongo por caso. En medio de fiebres y delirios, serviles a la voluntad de los Castro, borracho el primero de petrodólares e ignorancia y harto el segundo de ineptitud entremezclada con demencia, pretendieron sobre la base de la desmemoria  inventarlo todo, descubrir el agua tibia, refundar a la madre que los parió. Hasta llegar al llegadero, es decir, a la vorágine de locura y horror que aplasta en el presente.
    Hoy, cuando los derechos de tantos han sido vapuleados, desconocidos, ignorados sin misericordia por una mafia cuyo horizonte más claro es sin dudas la cárcel, Venezuela ha dicho basta. No tengo la menor idea de cuándo acabará el desastre, pero sospecho que más temprano que tarde. Hay claros indicios de que el régimen se asfixia, se ahoga en su particular pudridero, y el primero de ellos es la brutalidad represora. Con el miedo soplándole en la nunca Maduro intenta golpear fuerte. Lo hace y atiza el incendio. Es repudiado con más fuerza aquí y allá, en el país y fuera de él. Jamás antes la oposición estuvo tan clara, unida y lúcida y nunca recibió un apoyo general tan contundente como ahora.
    El segundo indicio es la grieta enorme que se observa en el chavismo, no sólo entre quienes lo sustentaron desde la calle, gente sencilla, esperanzada, hipnotizada, sino entre quienes forman parte del status quo, del entramado de poder, esos que dan vida a la bestia por dentro. La fiscal general, algunos diputados oficialistas y en buena medida hijos, hermanos, primos, sobrinos o tíos de individuos que mucho tendrán que explicar al país y a la justicia cuando la barbarie acabe. En fin, existen razones para suponer que un viento helado cala en los huesos de la dictadura. Respira con pronóstico reservado.
    El ser humano es un fin en sí mismo y no un medio utilizable por terceros, regla de oro que el gobierno venezolano se pasó por la entrepierna como le dio la gana. Craso error que le extiende  factura en su hora none. Y como callar, mirar para otro lado cuando se violan los Derechos Humanos a mansalva es de cobardes y de cómplices, tantos ahora mismo señalan, acusan a sus familiares, reclaman reacción, desmarcaje, retiro de apoyo a los esbirros.
    El gobierno de Maduro se ha quedado solo, con su latrocinio a cuestas, con sus cadáveres en la conciencia, con el bullicio atronador de un silencio que fractura hasta a las piedras. Ser demócrata exige entre otras cosas detenerse, hacer balance y pensar. Exige el coraje de reconocer el lado oscuro de un quehacer y corregir. Es, repito, lo  que han llevado a cabo algunos, lo que pide a gritos el valiente hijo de William  Saab, la hermana del embajador en Francia, los parientes de un gorila cuyo apellido es Padrino. Muchas vidas dependen del valor, del paso al frente y de las palabras basta, suficiente, hasta aquí te acompañamos Nicolás Maduro. Ojalá el déspota y sus socios terminen de una buena vez sin piso, sin el apoyo de una cúpula de bayonetas que lo sostiene aún. Ojalá  acaben desnudos frente al espejo de la realidad y de la historia, cara a cara con sus íntimos demonios. Amén.

1 comentario:

luis lizardi dijo...

Hola Roger,

Enrique Krause, profesor mexicano, escribió un libro sobre Chávez titulado "el poder y el delirio" y ahora vuelvo a encontrar esa palabra en tu artículo de hoy titulado la "dictadura en su delirio".

Según el Diccionario de la Real Academia , en su acepción psicológica, delirio es : " Confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia."

Esta definición encaja perfectamente en lo que estamos viendo y oyendo los venezolanos de la oligarquía gobernante .

Como es posible que la principal arteria vial de la ciudad de Caracas que es la autopista Francisco Fajardo, se produzcan verdaderas batallas campales todos los días desde hace mas de mes y medio , y la cúpula gubernamental encabezada por Nicolas Maduro, prosiga en sus actividades rutinarias,como si aqui no estuviera pasando nada, y solo diga que son "grupos de la derecha" . Otra vez, George Orwell, y la manía de manipularnos y engañarnos con el neolenguaje. Quieren desacreditarnos. Nos llaman apatridas, gusanos, lacayosy todavía nos siguen llamando "escualidos" . El mismo guíon de los Castro que venimos oyendo desde 1960 .

Es increíble tanta iniquidad, pero lo peor. es que hay mucha gente que les cree y defiende ese discurso. y muchos de ellos no están en el gobierno. Afortunadamente, espero que sean una minoría.

Aquí en Los Teques, a esta hora, que te estoy escribiendo. a media noche, hay muchachos con mucho coraje, hay que tenerlo para estar a esta hora exponiendo el pellejo, quemando cauchos, y enfrentándose a las huestes de la Guardia Nacional, Policia Nacional, y paramilitares. No se sabe cual es peor.

Bueno, Roger, lo único que te puedo decir, y para finalizar, es que esto está muy feo, el país, ya esta prácticamente paralizado. Si la economía venía mal, con esto se esta poniendo peor. Pero ,eso es lo de menos, a la lado de como tu dices, la perdida de vidas humanas, que tienen un valor , intrínseco, mucho mayor que el dinero .

Bueno, hasta luego, y y saludos de parte de mi mamá .

Saludos,

Luis